sábado, 3 de octubre de 2015

El largo viaje tanguero de Florencio Varela al centro


Imagen de la noticia para florencio varela de Télam

La orquesta típica cumple diez años y lo celebra en el CAFF, el templo del under tanguero de la nueva generación

Gabriel Bartolomei se sienta, pide una cerveza, resopla y descansa. Hace una hora que salió de su casa en Florencio Varela. Pega saltitos sobre la silla como si le hubiera quedado el tic del traqueteo de una hora sentado en el bondi que lo trajo de la zona sur. Está ansioso. Hoy, a las 21 puntual, celebra una década de historia con la orquesta La Vidú en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764). Bartolomei tiene que estar en todos los detalles de esa orquesta formada por trece músicos: es el violinista, el manager, el arreglador, el director, el compositor, el fundador y el único sobreviviente original de la típica de Florencio Varela. "En estos diez años pasaron un montón de músicos que hoy están en distintas orquestas. Son tantos que ni me acuerdo de sus caras", confía Bartolomei.


Desde el segundo disco, Remando la historia (2013), la orquesta mantuvo su formación estable y eso le dio un crecimiento notable dentro de la escena. "Después del primer disco se fueron todos los músicos y entró toda una generación nueva; entre ellos estaba mi hijo de 16 años y sus compañeros de estudio de la Orquesta Escuela de Varela. Todos crecieron y algunos ya son padres. Pero me acuerdo de que en aquel tiempo cuando terminábamos los conciertos yo tenía que ir casa por casa a repartirlos en el auto, como en un cumpleaños. Con ellos, logramos un sonido particular."


La orquesta creció y está a punto de grabar un nuevo disco en los estudios Ion. Ya no tocan clásicos, aunque dejan filtrar covers de rock en clave tanguera, como "Esa estrella era mi lujo" y "Gil trabajador". El núcleo fuerte del repertorio son temas propios. Bartolomei tiene una postura que aprendió con los años. "Quiero hacer mi aporte al tango, no quiero volver a tocar «La cumparsita». Nos costó mucho lograr un sonido con tantos cambios de músicos y con poca experiencia. Todos estos años fueron de aprendizaje. Esa es la realidad. Tenía 30 años. Recién había salido de la escuela de música y me quería comer el mundo. Lo bueno es que fuimos evolucionando. Si nos hubiéramos quedado haciendo un dúo o un trío porque la orquesta no sonaba, no estaría feliz. La Vidú me pone en un lugar de placer por compartir la música con otros. Nos reímos y somos amigos. Termina el ensayo y prendemos la parrilla. No nos importa nada. Esa vivencia compartida es el tango".

-¿Ibas a ver otras orquestas antes de formar La Vidú?


-No iba a muchos conciertos, pero en la escuela vi lo que fue el gen de la Fernández Branca (Fernández Fierro) allá por el 95. Yo me los quedaba mirando por el vidrio de la sala de ensayo. Eso me llegó mucho. Mi viejo también me llevaba a ver a Pugliese y me pasó data. Fue mucho trabajo de escucha sobre todo. Escuché FM Tango durante 4 años en el recorrido en colectivo que iba de Varela a la escuela de Avellaneda. Así fui rescatando información de donde pude. Incluso charlé mucho con Aníbal Arias y Chocho Ruiz, que tocaba con Pedro Laurentz.

-¿Qué les preguntabas?

-Como era la movida en su tiempo. Ahí me di cuenta de la gran diferencia con nosotros. Ellos trabajaban de lunes a lunes. Nosotros, como máximo, podemos tocar de viernes a domingo. También me contaron de la bohemia y el respeto que había entre todos. Para mí la música popular está cargada de todo lo que uno recorre en su vida. Las notas son todas las mismas pero no les sale igual al que vivió la calle, al que nació en una cunita de oro o al que no estudió nunca. Cuando Aníbal me contaba sus vivencias, me ayudó mucho en esta forma de tocar tango y querer hacer algo original. Todo va formando una película en tu cabeza y te define como persona y como músico.

-¿Cuándo hiciste el clic de componer y tocar tus tangos con La Vidú?

-En el primer disco yo quería hacer mis canciones pero no me daba la nafta. Metí cuatro canciones pero me faltaba algo. Había un poco de temor y de vergüenza. Tenías que pedir permiso cuando hacías un tango nuevo. Además componer un tango era una locura ¿Cómo se hace? Hasta que fui probando y en el segundo disco dije: «Basta, no metemos ningún clásico». Fue una apuesta para ver qué pasaba. Ahí vinieron una catarata de canciones. Ahora si nos juntamos a componer, todo es más natural, como en el rock. Temas como "La Vidú" y "El mañanero" se cerraron como tangos. Lo veo en las milongas; cuando los tocamos, se bailan naturalmente junto a tangos de Pugliese o Troilo. Eso es lo que tiene que volver. Tal vez lleve muchos años y no sé si todos lo vamos a ver. Pero es un comienzo.

-¿La Vidú suena a Florencio Varela?

-Sí, suena a Florencio Varela, suena a Boedo, suena a barrio. No suena a careteada. Todos los barrios están dentro de la música de La Vidú.

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