sábado, 16 de mayo de 2015

Sergio Menasché, el fileteador de Varela que llegó al Vaticano


 Sergio Menasché, el fileteador de Varela que llegó al Vaticano

Sergio Menasché dice que los colores cambian con las emociones. El verde que vemos siempre igual es otro verde cuando uno está triste. Y es otro verde distinto cuando uno está exultante. Una emoción fuerte resultó la visita al Papa Francisco. Entonces, los colores de Sergio cambiaron. “Me sorprendió de tal manera la invitación desde el Vaticano, que los colores iban cambiando a medida que se acercaba la hora de partir a Roma.” Cuando el avión se disponía a aterrizar en la capital de Italia, Sergio vio colores y formas, figuras que no había visto nunca. “Jamás vi en mi vida vi tantas nubes en espiral de colores ocres, amarillas, blancas, anaranjadas. Cada una danzando hacia abajo, dando la bienvenida, maravilla infinita”, cuenta. Y pensó que Dios le tenía preparado un milagro. Otro más.

 
El camino hacia Francisco empezó una tarde de diciem-bre del año pasado, cuando Menasché estaba dando los toques finales del retrato del Papa del fin del mundo en su taller de Florencio Varela, cuando escuchó por la radio una voz que saludó al Papa en su cumpleaños. Le pidió a su mujer que le tomara una fotografía de la obra en proceso y la subió a Facebook. 
En una hora y media, su post tenía 1300 visitas, entre ellas la de su hijo Diego, quien iba a acompañarlo en el via-je. Lo que siguió, lo cuenta Menasché: “Fue Diego quien por mensaje privado comen-ta con un amigo lo lindo que sería entregar en mano esa obra al Papa. Su amigo le dice que conoce a una seño-ra amiga del secretario del Papa. El amigo de mi hijo muestra la fotografía de la obra a su amiga, ella hace lo propio con el secretario, Monseñor Karcher y éste, al ver el retrato decide que ten-gamos una audiencia el día 28 de enero.” Pero el artista debió pedir la postergación del compromiso: debía pre-parar el pasaporte y buscar la forma de viajar. Lo auspició
 
Air Europa junto al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Y Menasché viajó con su hijo al Vaticano. Entonces voló el 28 de fe-brero, el día del inicio de la Cuaresma, “fecha especial para quienes amamos la obra de Miguel Ángel, pues se cumplían 450 años de su muerte”, agrega el fileteador.
 
“Fueron muchos trámites para sacar del país mi obra, obsequio que no tenía otro interés que el de hacerle ver y sentir a Francisco el cariño que genera en nosotros los argentinos.”
 
En la previa, Sergio tenía la cabeza llena de palabras. Pero cuando lo vio a Francisco, se las olvidó de repente. “Tenía miles de palabras para decir pero los nervios, el ansia de verlo, ganaron mi emoción y cuando nos encontramos frente a frente quedamos mudos por unos segundos. Nuestro saludo fue sincero y respetuoso pero Francisco con su sonrisa de bueno observó con alegría la obra y a nosotros, con un gesto de aprobación dijo, ‘se nota que está pintada con el corazón’”. Sergio le res-pondió que ese era un obsequio en nombre de todos los argentinos que lo quieren.
 
“Mientras me escuchaba nos tomó de las manos, hizo una pequeña oración por la familia y nos bendijo; a mi hijo sus manos de guitarris-ta, a mi las manos de artista. Luego del saludo y las gracias. El sol calmaba por completo el frío del 28 de febrero en el Vaticano, día que un bonaerense le regaló un instante de vida a quien supo valorar su arte.” Lo firma Sergio Menasché, el fileteador que llegó al Vaticano.
 
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