miércoles, 13 de mayo de 2015

“EL CAPITAN DEL ESPACIO”

Nota publicada en el periódico “El Progreso” – Mayo 2015

Ángel De Pascalis, introvertido y místico empresario que endulzó la vida de millones de niños, adolescentes y mayores. Por más de cincuenta años estuvo al frente de su fábrica, nunca promocionó su producto y se vende por centena de miles. También supo escribir poemas y hasta publicó un libro. Un personaje para recordar-

Algunos placeres que nos podemos dar los varelenses en particular y los que viven en la zona sur en general es el placer de haber saboreado alguna vez un alfajor «Capitán del Espacio», otros más golosos los tienen incorporados en las dietas diarias.


Estos últimos sufren horrores cuando pasan las fronteras de la zona sur del Gran Buenos Aires y ni hablar si tienen que viajar al interior del país por placer o negocios.

Simplemente porque en esos sitios no se venden los apetitosos alfajores.

UN ALFAJOR CON
HISTORIA Y ANECDOTAS

Vale recordar la anécdota de la estrella del seleccionado nacional de hockey sobre césped femenino, Lucía Aymar quién continúa definiéndose como una «desmedida consumidora de alfajores Capitán del Espacio».

Es así que cuando el seleccionado de «Las Leonas» participaba en torneos de hockey en el exterior del país, ella viajaba con sus cajas de alfajores.

Este hábito alguna vez le dio algún dolor de cabeza y tuvo que ingeniársela para explicar en la aduana inglesa qué eran «esas sospechosas cajas con bloques de polvillo banco» que llevaba en sus valijas, como le ocurrió en la oportunidad de concurrir a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde participó como abanderada de la delegación nacional.

«Me tienen podrido los alfajores Capitan del Espacio» dice Jorge, un joven que atiende un kiosco en la capital en Corrientes y Pueyrredón.
«Hace años que me preguntan dos o tres veces por semana, y no consigo que nadie me traiga esos alfajores».»

Lo que le sucede a Jorge es bastante habitual en muchos kioscos de Capital, Luis, encargado de una distribuidora de golosinas de la zona de Once dice con un poquito de bronca: "Siempre me los piden, pero cada vez que los conseguí, fue porque los compré a un revendedor".

No abren cuentas nuevas» Pero ¿qué pasa? ¿Son artículos selectos?

¿CUÁL ES EL MISTERIO?

La empresa ubicada en el partido de Quilmes, trabaja desde hace años en su máxima capacidad y vende (siempre) la totalidad de su producción.

Uno puede encontrar los alfajores en las estaciones de tren de Florencio Varela, de Lanús o de Avellaneda pero no los va a encontrar jamás, digamos, en Cabildo y Juramento.

Hace algunos años, un kiosco cercano a la intersección de Avenida de Mayo y Piedras tenía un cartel que decía «No tenemos alfajores Capitán del Espacio».

Esos alfajores acompañaron la infancia de miles de habitantes de la zona sur del Gran Buenos Aires desde que la empresa fue fundada hace más de 50 años por Ángel Lineo de Pascalis , un hombre que siempre tuvo un perfil ultra bajo y nunca hizo publicidad del producto.

Pero entonces ¿cómo sobreviven en este mundo ultracompetitivo, con varias multinacionales de la golosina jugando fuerte en el mercado? En principio, parece una victoria del «antimarketing».

El «Capitán del Espacio». Tras este nombre sencillo, disonante y casi ridículo se esconde una curiosa historia de anti marketing, mito y fanatismo pocas veces visto hacia algo tan sencillo y mundano como un alfajor.

En los últimos años, esta historia capturó la atención de todos los amantes de las golosinas en general y de los alfajores en particular.

¿CÓMO NACE
«CAPITAN DEL ESPACIO» ?

Para los que aún no lo saben, los alfajores «Capitán del Espacio» hoy son producidos en una fábrica ubicada en Quilmes, en la calle Gran Canaria 350, la cual trabaja desde hace años a su máxima capacidad y vende la totalidad de su producción.

Angel Lineo de Pascalis había nacido en Avellaneda y hasta los 37 años trabajó en un frigorífico en la zona de Piñeyro.

En 1961 se enteró de que una fábrica de alfajores en Ezpeleta Oeste, ubicada en la calle Paraguay a metros de la Av. Calchaquí casi frente a la iglesia del Perpetuo Socorro había quebrado y se metió en el negocio con un amigo, Arturo Amado.

Ninguno de los dos tenía idea de cómo elaborar una golosina, con la ayuda de amigos y parientes fueron seleccionando gustos  y masas hasta que lograron la receta.

El nombre («Lo elegí porque en esa época se hablaba de que el hombre llegaría a la luna»), supo comentar alguna vez  Don Ángel, y empezaron a fabricar y vender cada vez más, primero a los vecinos y después a toda la zona Sur.

En los últimos años, se convirtió en una golosina de culto, la fábrica debió mudarse ya que la demanda aumentaba; pero un día Ángel dijo: «Basta..., este es el límite de fabricación» (ocho mil docenas diarias); no quería producir más: «Ya no me interesa ganar más plata». Un antihéroe de otro tiempo.

LOS RECUERDOS

¿Puede ser exitoso un empresario al que no le interesa ganar más plata de la que ya gana y que mantiene la estética de su producto desde hace más de 40 años? Sí, puede.

«Angelito», como lo conocían en Quilmes, murió a los 86 años en agosto del 2012. Llevaba más de 50 años produciendo uno de los alfajores más populares del mercado.

Ángel era soltero y no tenía hijos. Publicó un libro de poemas llamado «Entre dibujos y letras» y pasaba la mayor parte de su tiempo en la fábrica.

«Yo me quedé en el tiempo y ese fue mi éxito. Nadie hace los alfajores tan artesanales como nosotros», dijo en una entrevista, una de las pocas que dio en su vida.

Contó también que antes de empezar a fabricar el alfajor, probó más de 20 recetas hasta que dio con la justa: una masa en base a cacao «y otras cositas más», y una buena dosis de dulce de leche.

"entre dibujos y letras"

Muy pocos saben que una de sus pasiones era escribir.

Algunos años antes de fallecer publicó un libro con un modesto título: «Entre Dibujos y Letras» una colección de poemas con dibujos de su amiga Doris y realizado por «Ediciones Independientes de Rubén Sada».

Allí se desgranan las vivencias, los pensamientos e ideas que resumen su vida de Hombre de Bien... hoy un título más que apreciado.

El editor Rubén Sada recuerda la generosidad y la modestia de Don Ängel:  "-El escritor quedó tan conforme con el trabajo, que vino a entregarme generosamente y en forma personal, hermosos y ricos productos elaborados artesanalmente por él mismo."

UN ÉXITO INESPERADO

Pero el éxito, para Ángel Lineo De Pascalis, no es haber vendido las 8 mil docenas de alfajores que su empresa producía por día durante los últimos 20 años.
Su éxito es haber logrado que miles de fanáticos del alfajor «Capitán del Espacio» se pusieran tristes el día que se conoció su muerte.

Periódico EL PROGRESO

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