lunes, 20 de abril de 2015

Darío Franco: Crónica de un alejamiento anunciado, entre reproches, caprichos y declaraciones fuera de lugar


Darío Franco dijo chau...

Se fue Darío Franco. Y quedó en la historia del club por ser el primer DT en la Primera División. Justo él, que declaró no interesarle un ápice ser parte de la historia de Defensa y Justicia.  La renuncia del DT fue la noticia más esperada que arrojó la tarde del sábado, tras el partido que el "Halcón" perdió uno a cero ante Temperley, por la décima fecha del Torneo 2015 de la Primera División. El encuentro fue pobre, con un equipo local lánguido de fútbol y de ideas y frente a una visita que sacó provecho de los errores del local y de su solidez en el planteo, aún con jugdores de Primera B Metropolitana, con algún que otro refuerzo.


Pero retomemos el sentido de éstas líneas: desde temprano, el público se manifestó abiertamente en contra del DT, algo que venía sucediendo pero que se acentuó tras las (desacertadas) declaraciones de Franco a nuestra Radio Gran Buenos Aires 96.5, dónde echó culpas al público por no alentar y dejó en claro que no le inteseaba ser parte de la historia del club. Mucha daga envenenada arrojada desde la garganta de un profesional sin tacto que, encima, jamás pudo enderezar el timón de un barco que arrancó impecable y él, como capitán, se encargó de convertirlo en un Titanic si no se apartaba del comando en algún momento, como ocurrió ayer.  Fue, como líder de grupo un verdadero desastre, dejando enojos, reproches y una autoridad que terminó siendo tácita en lo que va del 2015. Y todo ello se vio reflejado en los minutos finales del partido ante Temperley ya que, más allá del gol cantado que Julio Rodríguez terminó tirando a la tribuna, cada uno de los jugadores terminaron editorializando su descontento con el blondo rosarino. Nadie lo admitirá, pero al menos fue la visión de mis compañeros y la propia desde la cabina de prensa número 1.

Es verdad que siempre los jugandores, bichos ellos, ocultan ciertos problemas ante su "jefe" porque quieren jugar, pero en la "era Franco" eso se potenció, ya que cada futbolista era consciente de que salir del equipo era sinónimo de no volver.  En esa línea, además, el técnico era muy reacio a escuchar algún planteo de sus dirigidos, y quien osara esgrimir una queja o sugerencia era "mandado a degüello", algo que padeció Juan Tejera y, más recientemente, Nicolás Bertocchi.

Franco dejó, también, una sangría de talentos y caprichos al por mayor. Durante el semestre anterior, el fuego de jugadores como Brian Fernández y Washington Camacho se fue apagando porque no eran aprovechados al máximo en sus cualidades. El capricho inamovible del DT desde lo táctico y desde los nombres a poner como titulares hicieron que el equipo, que venía con un muy buen nivel de juego y de ánimo, decayera inevitablemente hasta el punto de pedir a gritos el poder ser transferidos a otro club, amén del negocio que pudiera redundar en favor del club, algo que celebro.

Las variadas charlas que mantuve con jugadores y dirigentes terminaban en una misma conclusión: a Franco ya no le respondían sus dirigidos, había perdido autoridad. Todos, a excepción de Diego Lemme (máximo responsable del fútbol profesional), celebraban que desde los medios de comunicación locales se reprobaran las decisiones del DT.  Ya en la etapa final de la (larga) agonía, Darío Franco se desbocó: en la previa del partido con Olimpo, en Bahía Blanca, declaró en los micrófonos de "La Cadena Verdeamarilla del Gol" que buena parte de la culpa del mal presente, y de la reacción inédita de Saveljich de querer abandonar la cancha una semana antes, era de los hinchas de Defensa, mientras les recomendaba que se dediquen a alentar más durante los 90 minutos, mientras aclaraba que a él no le interesaba para nada ser parte de la historia de Defensa y Justicia ¡Fue demasiado! Si ya le era imposible como conductor hacer volver a un nivel aceptable al equipo desde lo futbolístico, esas declaraciones fueron puñaladas lanzadas desde su boca al corazón del universo varelense, que se las devolvió como bumerang al ex defensor de Newell's sentenciando una separación definitiva. Y el divorcio, que ya existía de hecho, quedó consumado en la tarde del partido con Temperley, dónde la gente alentó siempre al equipo (como de costumbre) y reclamó a rabiar, desde los cuatro costados, el alejamiento del DT. Unos minutos más tarde, Darío Franco anunció su escueta renuncia, aduciendo no enocntrarle la mano al equipo (chocolate por la noticia...) y aceptando que no le gusta que lo insulten, por lo que el público también había hecho lo suyo desde la democracia de las tribunas. Vaya paradoja:  justo él, puteador serial si los hay, se sensibilizó de los insultos llovidos a cántaros desde las populares y plateas del "Tomaghello".

Ahora viene una nueva y frontal etapa. El técnico que se haga cargo deberá recomponer confianzas perdidas y hacer una rápida radiografía del plantel, entre los que jugaron el sábado y los que, por diversos motivos, estaban con exilio político durante el "franquismo".  Es una pascua para éste alicaído momento. Estamos en Primera, eso no lo quita nadie, y será cuestión de que los jugadores levanten sus niveles con el aire renovado de un nuevo conductor que, seguramente, los hará parar en la cancha de modo tal que pueda sacar lo mejor de cada uno, dentro de las limitaciones que pueda tener el plantel. Se está a tiempo, éste extraño torneo de 30 equipos nos permite seguir con fe en quedarnos en la máxima categoría, pero hay que hacer un colchón de puntos lo suficientemente consistente para evitar sufrir en el 2016, donde empezarán los descensos múltiples, con el objetivo de reducir nuevamenete la categoría a 20 o 22 equipos ¡Bueno, mejor ni pensar en qué andaríamos si éste engendro de torneo no hubiese existido!

Se fue Franco. Una pena que fuera así. La apuesta de la dirigencia por él no resultó, así como otras sí fueron provechosas. En eso no tengo queja. Pero creo que la desición más acertada hubiera sido apartarlo del cargo en diciembre, ya que era notorio que su trabajo no rendía frutos. Pero ya está, no es cuentión de meternos en una discusión del pasado sin sentido. Franco no quizo, pero quedó en la historia de los técnicos con menos eficacia y menos querido por el público seguidor del "Halcón", ostentando ese podio con el colombiano Jorge Bermúdez y Roberto Marcos Saporiti, aunque aquellos no sintieron el rigor de la gente porque el público que arrastraba Defensa por aquél entonces era considerablemente menor.  Y Franco también hizo historia, aún en contra de su voluntad, en ser el primer DT en dirigir al Halcón en un partido internacional y el primero en la máxima categoría de nuestro fútbol. Mucho cartel para alguien que demostró ser muy poco profesional, ya no por sus resultados, sino por sus desubicadas expresiones hacia una de las hinchadas argentina más fieles, alegres e inclaudicables en su aliento.

Entre tanto comentario en las redes sociales, uno le deseó el mejor de los éxitos como DT a Darío Franco en otro equipo ¡Por supuesto, aclaró que es para que allí se quede y no vuelva a Varela ni de pasada! Bromas aparte, lo mejor para él. Ahora a empezar una nueva etapa que permita recomponer la identidad futbolística de nuestro Defensa y Justicia. Me corrijo: no podemos recomponer lo que nunca tuvimos desde que pisamos la Primera "A" ¡Marche un DNI made in Randazzo para el "Halcón"!

por Claudio Blanco
"La Cadena Verdeamarilla del Gol"
radiogba.com.ar

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