domingo, 1 de febrero de 2015

EL PROBLEMA DE UN INTENDENTE CUANDO SE OLVIDA QUE FUE POBRE.



Un intendente que ha surgido de la clase trabajadora, posiblemente al principio vio a los barrios como el objetivo mayor de las mejoras del desarrollo de las políticas locales. Seguramente, también contempló, además de la entidad municipal, a las entidades intermedias como herramientas de construcción social y económica necesarias para llevar el bienestar a cada rincón de su distrito. Al principio fue bueno caminar los barrios y agradecer a todos los que trabajaron para que él pueda llegar a la intendencia.  Pero luego, el escenario de conducción muestra la verdadera vocación política y de lucha por los más necesitados en un líder que pudo haber salido a luchar políticamente por dos cosas, ayudar a sus vecinos o a enriquecerse.



Cuando su pensamiento está focalizado en enriquecerse, lo primero que hace es, con mucha sutileza, sumar empresarios de cierta envergadura para contratar servicios o realizar obras públicas, a cambio de contribuciones económicas hacia su persona con lo cual comienza a funcionar una parte del mecanismo de su enriquecimiento. En una segunda etapa, el intendente arma empresas propias con testaferros que adquieren contratos con la entidad municipal, y así consigue recibir en forma directa, abultadas ganancias de su propia gestión como intendente. Pero esto no es tan sencillo, para que esto ocurra es necesario que todas las personas que están en dicho entorno, políticos y funcionarios del oficialismo local, también reciban jugosas e importantes ganancias que van generando una clase política local enriquecida pero que no debe mostrarse porque despertarían sospechas.

Es allí que para disimular y conseguir argumentos de campaña, el intendente sin memoria de pobreza, se hace de alguna forma “Monumentalista” para hacer gestión visible. ¿Qué es esto?, muy sencillo, él dice que construyo muchas cosas grandes, un polideportivo, un hospital, o cualquier estructura gigante con dinero de otros estamentos, pero la gente sigue muriéndose de hambre en y de pestes por no tener una calidad de servicios públicos mínima, ni salud, ni seguridad, ni jóvenes sin drogas, ni empleo genuino local.   Por el contrario proliferan en la ciudad los comisarios enriquecidos por las zonas liberadas, policías comunes con casas de narcotraficantes por estar también en dicho tema sin control, y punteros barriales de cero kilómetro que dejan vivir a los narcos a cambio de incentivos económico.  Esto pasa porque así se generan cajas para el gobernante local que se olvidó que alguna vez fue pobre y quiere ser rico aún con la desgracia de las familias pobres.

Ahora bien, otro problema es que este intendente descubrió que con una ciudad empobrecida, y con acceso a programas sociales financiados por el gobierno nacional, puede conseguir una batería inacabable de votos baratos además de un escenario para seguir enriqueciendo a todo aquel que lo ayude en su gestión. Pero para que esto funcione bien, el distrito debe ser siempre pobre, no debe crecer en empleo real y debe parecerse a lo que podemos ver en las películas de EEUU, que muestran una realidad decadente de lo que son los barrios pobres de centro América. Los hijos de la gente común no tienen ninguna esperanza de recibir todo lo que necesitan, solo reciben lujos y esparcimiento en diversos países del mundo los hijos de los funcionarios y amigos empresarios del intendente. Los vecinos comunes y sus hijos, se morirán solo guardando esperanzas sin sentido porque sencillamente, a un intendente que se olvidó de que fue pobre, esto no le importa.

El problema de los intendentes que se olvidan de que fueron pobres, es que aprenden a utilizar el incentivo económico como herramienta para construir poder cerrando bocas, comprando voluntades corruptas y generado el efecto del “bicho que va hacia la luz”; muchos quieren ser ricos y por eso hacen carrera para obtener la bendición del intendente. Quien quiere acercarse desde su agrupación política, primero tiene que lamerle las botas a los punteros para recién poder salir a barrer la vereda del local partidario del jefe comunal. Los muy tontos piensan que alguna vez van a estar en algún entorno de confianza del líder local. Los muy tontos no entienden que solo son usados para mostrar número de personas, nada más, luego los hacen renunciar por cansancio. Los muy tontos creen que el intendente busca gente preparada para la gestión pública más que para generar cajas o kioscos en las arcas públicas. Los muy tontos creen que el intendente va a buscar a la gente con más capacitación para los cargos y que sus funcionarios no le roban ideas de la gente con buena intención. Los muy tontos creen que los que tienen buenas intenciones, tienen oportunidad de sumar algo y quizás conseguir un trabajo honesto. Los muy tontos creen que hay esperanzas con un intendente así.

La municipalidad, el gabinete local y los concejales oficialistas para este intendente, son en realidad una corporación que busca preservar el poder para ganar dinero y vivir en Puerto Madero, tener yates, helicópteros y baños con artefactos de lujo.  No existe un plan para la gente pobre, solo mentir todo lo que se pueda para seguir sacando beneficios de los dineros públicos. Una vez que vuelva a ganar una elección, no escuchan mas a nadie por 4 años ni tampoco le dan lugar a nadie, solo se quedan los de siempre. El municipio es una gran empresa que responde a un jefe y una mesa de directorio de ejecutivos ricos y obsecuentes, ejecutivos a los que no les importan los chicos ni las familias pobres de la ciudad. Mientras un intendente que se olvidó que fue pobre este en el gobierno local, esto no va a terminar jamás.  Solo sacando del poder a este intendente se puede pensar en que esto se termine. Un intendente que se olvidó que alguna vez fue pobre, solo quiere ser rico a costillas de engañar a pobres e ignorantes riéndose de ellos.


Aldana Schuabsen
aschuabsen@outlook.com

"Cambiemos la conducción
 y construyamos esperanzas
 desde las urnas en 2015"

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