domingo, 7 de diciembre de 2014

Un grupo de adultos mayores propone un viaje "hasta los laboratorios de YPF"

Un grupo de adultos mayores que realiza un taller en el partido bonaerense de Florencio Varela propone a través de un cortometraje un viaje hacia la época en la que el edificio universitario funcionaba como laboratorio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales-YPF, en el que se describe el impacto que tuvo su construcción en los años '40 y se rescatan historias de trabajadores como forma de recuperar la identidad varelense.




"Un boleto hasta el Laboratorio de YPF" es el nombre con el que los asistentes al taller de lenguaje audiovisual nombraron a la pieza documental en alusión a "lo que uno le decía al colectivero cuando iba para ese lado".

"Vos te subías al colectivo y pedías un boleto hasta los Laboratorios, y no tení­as ni que decir YPF, de hecho todaví­a hoy, los choferes más viejos le siguen diciendo así", asegura María Cristina Misa, una de las hacedoras del documental, al empezar a describir lo que representa esa construcción para la zona.

María Cristina es, de todo el grupo, la que tiene una ligazón más íntima con el lugar: "Mi viejo, mi hermano y mi marido trabajaron acá, y yo como familiar había entrado al lugar; hoy, en cambio, me recorro todo, y fue muy fuerte para mí volver como alumna a este espacio".

"Cuando nos íbamos acercando a la segunda parte del cuatrimestre les propuse hacer un trabajo audiovisual y enseguida surgió la idea de reflexionar sobre el edificio de los 'laboratorios' como le llaman ellos, hoy la Universidad Jauretche", cuenta por su parte el profesor del taller, Iván Mantero.

Y continúa: "la inquietud de ellos era que el edificio se está reciclando, está perdiendo esa esencia visual de aquella época en la que fue laboratorio, entonces ellos querían dejar de alguna manera un registro para los estudiantes que atraviesan hoy el espacio".

En ese contexto, cada miembro del taller comenzó a investigar diferentes aspectos del predio, pero, cuenta Iván, "a medida que comenzamos con el trabajo empezaron a surgir en ellos sensibilidades, anécdotas y experiencias que tenían que ver con cómo los laboratorios habían atravesado sus propias vidas".

"El laboratorio fue desde su construcción muy imponente desde la mística, desde esa presencia identitaria en el territorio que en un momento se volvió un fantasma después de la privatización", afirma Iván, tras un año en la filmación.

Los laboratorios de YPF comenzaron a construirse en la década del '40: "El lugar se emplazaba 'en medio de la nada', a unos kilómetros del Cruce Varela, y era parte del recorrido que se utilizaba para ir a Mar del Plata, una especie de 'elefante blanco' en medio del campo", describe Daniel Salvanescki, otro de los integrantes del taller.

"La construcción fue totalmente innovadora para la época, parecía un transatlántico encallado. Yo era chico y me resultaba un lugar con mucho misterio porque pocos podían entrar, y para un niño un laboratorio es una especie de castillo donde los científicos mezclan líquidos y sustancias", recuerda.

Para Perla Parrao, que al igual que Daniel es profesora de artes plásticas, "la construcción siempre fue fascinante: por eso, cuando surgió la propuesta de documentar la historia del edificio, me pareció un gran aporte para la cultura varelense".

En el laboratorio, cuya placa de fundación figura el 13 de diciembre de 1940, trabajaban cientos de empleados, la mayoría hombres, pero que de alguna manera involucraban a toda la familia en su labor.

"Mi vecina Reyna Anaya de Faile fue esposa de un trabajador del laboratorio y tenía cientos de recuerdos de este lugar y mil anécdotas, por ejemplo, se acordaba una vez que compraron una maquinaria costosísima y el manual de uso estaba sólo en alemán, que su esposo tradujo", cuenta Viviana Bambill, otra tallerista.

Y añade: "Reyna, igual que cientos de mujeres, también era parte de esta familia, porque quienes trabajaban aquí lo sentían así. Y yo quise reivindicar la historia de la ama de casa que espera".

María Cristina ratifica la idea de que "los trabajadores del laboratorio hablaban todo el tiempo en sus casa del lugar". "A mi me pasaba sobre todo con mi viejo que contaba cuando llegaba una máquina nueva, que hablaba de la magnolia o de los quince perros a los que les daba de comer", cuenta.

También ella sufrió en carne propia el momento en el que "los laboratorios se transformaron en un fantasma": "Mi marido murió muy joven, mi papá se jubiló acá, pero mi hermano fue despedido en los '90 cuando se privatizó YPF".

Después vinieron los años de abandono del predio hasta que la Universidad de La Plata primero y la de Quilmes después comenzaron a utilizar algunos de los sectores.

"Pero la mayoría del edificio seguía abandonado hasta que en se firmó la resolución de crear la Universidad Jauretche", relata Daniel.

En 2011, PAMI firmó con la Jauretche un convenio para presentar sus talleres para adultos mayores en esta universidad, así fueron naciendo los cursos de radio, escritura y llegó el del lenguaje audiovisual de Mantero.

"Comencé en el taller el año pasado, me habí­a quedado viuda, mis hijos estaban grandes y estaba muy depresiva, y esto cambió mi vida para mejor", dice Viviana, entre chiste y chiste con sus compañeros.

A excepción de Daniel y Perla, ninguno de los integrantes del taller había concurrido a la universidad. "Es muy valioso para nosotros, a estas edades, poder decir 'voy a la universidad'; muchos compañeros hablan de esta cuenta pendiente que hoy estamos pudiendo saldar", describe Cristina.

"Un boleto hasta el Laboratorio de YPF" obtuvo el segundo premio en la categoría Medio Documental en el Festival Internacional de Cine "Roberto Di Chiara".

"El premio fue importante para nosotros, es más, creemos que nos hubiéramos merecido el primer lugar", bromea Perla, pero se pone seria enseguida y concluye: "pero más allá de las medallas, nuestra felicidad pasa por compartir y aprender acá cada clase, cada día, y volver a ser estudiantes".

télam

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