miércoles, 10 de diciembre de 2014

La Araucaria en el “Espacio Libera Sueños” en nuestro querido Museo Hudson



Una tarde de ceremonia, con la plantación de una Araucaria o Pehuén en el “Espacio Libera Sueños” del Museo Guillermo E. Hudson en Florencio Varela.
Araucaria, t ambién conocida como pehuén, su historia se pierde entre la realidad y la leyenda. Cuentan en la región chilena de Arauco que hace mucho tiempo sus ramas se balancearon al compás de los cantos de los mapuches y sus piñas dejaron caer los piñones para alimentar al pueblo hambriento.
Las ramas que crecen en la base de su tronco recto y cilíndrico, que puede llegar a alcanzar los dos metros de diámetro, se van desprendiendo paulatinamente llegada su madurez hasta dejar completamente desnuda su parte inferior. Gracias a ello y a la forma piramidal de la copa, su figura se asemeja a la de un paraguas gigante capaz de cubrir a los demás seres que habitan el bosque.


La araucaria o pehuén pertenece a la familia de las coníferas. Sus finas ramas, perpendiculares al tronco o levemente alzadas en su extremo, evitan que la nieve se deposite sobre la copa. Las hojas son gruesas y duras, de un color verde oscuro; se reproducen en espiral cubriendo los tallos por completo y tienen una espina en la punta.

Crece a partir de los 800 metros de altitud sobre suelos bien drenados que suelen tener un origen volcánico. Es un árbol dióico, es decir, posee flores masculinas y femeninas, pero que brotan en individuos distintos. Las masculinas son conos cilíndricos de color marrón y las femeninas son conos esféricos de color verde.


Se extiende de forma natural en Chile y Argentina, aunque sólo en áreas reducidas de la parte sur de los Andes y en la cordillera costera de Nahuelbuta. En Chile está considerado "Monumento Natural" y actualmente está prohibida su tala para frenar la sobreexplotación a la que se ha visto sometida por el hombre.

La madera de araucaria es muy apreciada tanto para la construcción como para la carpintería. Con ella se fabrican desde muebles de interior y cajas de escaleras hasta adornos y tablas. Antiguamente también servía para hacer mástiles de embarcaciones.

Mercedes Arocha


Cuidados

El principal requisito para que la araucaria se desarrolle en óptimas condiciones es que se encuentre en un entorno con bajas temperaturas. Los suelos más apropiados son húmedos y algo ácidos. Por el contrario, no tolera los suelos calizos ni la sequedad del aire.

Crece muy lentamente, sólo entre 5 y 8 centímetros de altura al año y comienza a dar frutos a los 25 aproximadamente. Sus semillas suelen germinar cerca de los ejemplares adultos hembra, pero son las que llegan a zonas descubiertas las que tienen más posibilidades de sobrevivir.

A prueba de incendios
La araucaria está considerada como una especie frágil en relación a otras que conviven en su mismo entorno. Aun así se siguen encontrando bosques exclusivamente constituidos por este árbol a los que se puede llegar mediante una ruta turística organizada.

Su supervivencia se ha cimentado en otros aspectos. Es capaz de repoblar zonas devastadas por cualquier tipo de catástrofe y es resistente al fuego. Estos factores, unidos a su gran perdurabilidad, han propiciado su subsistencia a pesar de la tala indiscriminada.




Las semillas de las flores femeninas son comestibles. Se denominan piñones; contienen aceites y carbohidratos, por lo que constituyen la base alimenticia de los pueblos indígenas de las zonas pobladas por bosques de araucarias.

Los pehuenches consumen los piñones tostados, transformados en un pan denominado canuto o como ingrediente principal para elaborar sopas; el mudai es una de ellas, hecha con semillas secas y carne. También se utiliza para hacer harina y para producir una bebida alcohólica.

Varela en Red

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