miércoles, 13 de agosto de 2014

Mons. Tissera exhortó a los diáconos a seguir en el discipulado a Jesús

 Por el Día del Diácono, que la Iglesia recuerda los 10 de agosto, fiesta de san Lorenzo mártir, el obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, saludó a los ministros que desarrollan este servicio en Quilmes, Berazategui y Florencio Varela y los animó a continuar trabajando para parecerse más a lo que Jesús les pide a través de la Iglesia.

Por el Día del Diácono, que la Iglesia recuerda los 10 de agosto, fiesta de san Lorenzo mártir, el obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, saludó a los ministros que desarrollan este servicio en Quilmes, Berazategui y Florencio Varela y los animó a continuar trabajando para parecerse más a lo que Jesús les pide a través de la Iglesia. 

“Que seamos hombres dispuestos a la escucha, a la acogida cordial, para acompañar desde la cercanía y la comprensión, anunciando la alegría del Evangelio”, manifestó el obispo. 

Junto al agradecimiento y la felicitación, el obispo destacó la comprensión y ayuda de todas las familias de los diáconos, especialmente a las esposas de quienes ejercen el ministerio en carácter permanente. El Señor les recompensará a ellos todo el tiempo que han dedicado al servicio de los hermanos. 

“Particularmente quiero abrazar fraternalmente a los diáconos más ancianos, a los enfermos e imposibilitados. A vos, que sufrís por no poder servir como quisieras, quiero darte las gracias por tu paciencia en la entrega y por tu oración perseverante, que es un servicio precioso para toda la Iglesia. También el afectuoso saludo a tu familia que te acompaña en estas circunstancias”, manifestó. 

Monseñor Tissera concluyó su mensaje con unas palabras del papa Francisco: “Uno sabe bien que su vida dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo. Tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia. Todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza de vida”. 

“A veces –agregó- nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado, pero la misión no es un negocio ni un proyecto empresarial, no es tampoco una organización humanitaria, no es un espectáculo para contar cuánta gente asistió gracias a nuestra propaganda; es algo mucho más profundo, que escapa a toda medida. Quizás el Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo donde nosotros nunca iremos. El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos pero sin pretender ver resultados llamativos. Sólo sabemos que nuestra entrega es necesaria”. 

“Aprendamos a descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa y generosa. Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a Él le parezca”, concluyó.

aica.org

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