miércoles, 2 de julio de 2014

Profesionalismo, pasión y expectativa por el regreso

Habla de la pasión Diego Milito, y no exagera. Sentado en las tribunas del Cilindro, se imagina lo que será el reencuentro ante su gente, en la segunda fecha, cuando Racing reciba a San Lorenzo. “Quizás me emocione, no sé, me gustaría pensar en eso, pero tengo que ser cauto, antes está el partido de la Copa Argentina, ante San Martín de San Juan, y el debut en la primera fecha del torneo, con Defensa y Justicia”, dice Milito, como queriendo ponerle paños fríos a la expectativa de los hinchas.



Su llegada despertó la ilusión de los fanáticos por varios motivos; tantas ganas de volver tenía Milito que desechó ofertas importantes de Estados Unidos y México, entre otros países. “Vuelvo porque me lo dictó el corazón”, insiste Milito. Y tiene sustento lo que dice: en su año y medio de contrato cobrará menos de la mitad de lo que percibía Mauro Camoranesi, quien terminó yéndose abucheado.

La decisión de volver la tomó apoyado en su familia, especialmente en su esposa Sofía. Se fue hace 13 años, siendo pibe, después de 148 partidos y 37 goles en el club. Y volvió con un currículum lleno de pergaminos. Ganó todo Milito en Europa. Pero no se conforma. Y desde que llegó, suele ser el último en irse de los entrenamientos: arranca a practicar a las 9 y abandona el estadio a eso de las 13.

La dirigencia confía a pleno en que Milito, a los 35 años, podrá darle el salto de calidad a un plantel plagado de juveniles y con pocos referentes, al margen del capitán Saja. “Nos trata a todos por igual, y nos gusta ver cómo se mueve para generar espacios”, comentó un compañero suyo. Por lo pronto, Milito empezó a pagar con los dos goles que le metió a Armenio (2 a 1) en el amistoso del domingo.

clarin.com

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