Es increíble como somos de exitistas los hombres y las mujeres. Con
matices, lo somos en todos los órdenes de la vida, pero en materia de fútbol a
los argentinos no nos gana nadie ¡Y con Defensa no somos la excepción! En
Córdoba, El Halcón empató sin jugar bien, y confieso que terminé la narración
del partido por Radio GBA con un dejo de tristeza, aunque mis palabras y mi
convencimiento era que el punto cosechado era realmente valedero por varias
razones: primero porque en el paraje Chateau Carreras jamás un equipo de
Defensa ganó, segundo porque siempre una excursión con un equipo cordobés es de
riesgo y, además, porque el equipo sintió la pesadez de la tarde cordobesa y
jamás logró dar pie con bola en el mediocampo y por ende siguió a la número 5
con la vista y no tuvo más que apostar a pelotazos limpios buscando alguno que
caiga cerca de Lucero o Triverio; tradúscase ésto como uno de los peores
partidos de la “era Cocca”. ¡Ah! Y lo más importante: se sumó de visitante para
mantener la distancia respecto al cuarto -Independiente- y seguir sin
detenciones rumbo a la Primera División.
Pero somos exitistas, dije, y lo reafirmo. Soy exitista. Se
iba el partido, pedía la hora y me invadía un dejo de amargura poco
comprensible. Y se que la culpa la tiene éste equipo que hace historia y que
elevó tanto la vara del paladar futbolero, que verlo caer en pelotazos duele
más que cuando viajaba solito o con alguno de mis compañeros para relatar, con
unos pocos pesos juntados a regañadientes, éste tipo de partidos que sabíamos
que eran derrota segura y penábamos con el promedio. Es así, el exitismo
mezclado con la ansiedad amarga el dulce sabor real del presente que nos tiene
a diez pasos de la Primera División.
Esperé 24 horas para escribir éstas líneas que, como les
dije días atrás, quizás formen parte de algún libro en un futuro de no más de
90 días. Supe durante la transmisión radial del empate de Independiente y me
enteré en la tarde del domingo de la victoria de Instituto y del ajustado
triunfo de Banfield sobre Brown de Adrogué. Saco números, sin que la sonrisa me
invada debido al existismo mencionado. A
ver: perdimos la punta, ahí nomás. Si los grandes medios nos ignoraban siendo
punteros, ahora desapareceremos del mapa otra vez. Cuento para abajo, 12 puntos
por encima del Rojo de Avellaneda, el cuarto, el que está quedando afuera del
tercer ascenso. Si a ésto le agregamos que quedan nada más que 10 fechas ¡El
punto en Córdoba valió un montón, viejo! Convencéte Claudio, fue un punto
fundamental en la búsqueda del ascenso. Sí, ya se, el exitismo hace que te de
bronca el no ser puntero, pero es sólo eso, exitismo. Argentinismo futbolero
puro, que se le va a hacer.
Vuelvo sobre lo importante, para valorar nuestro presente.
12 puntos sobre Independiente de Avellaneda ¡Increíble! Jamás el Diablo estuvo
por encima del Halcón en la tabla y en lo futbolístico. Zapping de domingo
buscando en Fox el horario del Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dabhi. Encuentro
en ése canal un programa producido por Torneos que saca a relucir material de
archivo del viejo Fútbol de Primera de ATC. Suenan las voces de Mauro Viale,
Oscar Gañete Blasco y el bonachón de Horacio de Bonis, entre otros. Una
Liguilla Pre Libertadores de principios de 1987 arrojaba el debut del primer
campeón de la B Nacional, el Deportivo Armenio vestido de verde ¡ese mismo
torneo que tuvo como protagonista a un tal Defensa y Justicia! Vuelvo a ese
reducido: la final la disputaron Boca e Independiente. Por el Rojo, que dirigía
Pastoriza: Islas, Clausen, Ríos, Percudani, Marangoni, Reinoso, Giusti,
Barberón, Bochini ¡Mamita! ¿Se dan cuenta? Claro que de eso quedan harampos en
el actual Rojo versión B Nacional, pero a ese pedazo de historia y mucho más el
Halcón le está pisando la cabeza ¡Sí!
Mientras en Varela lamentamos haber dejado 2 puntos en en Mundialista de
Córdoba, por Alsina y el pasaje Bochini se agarran la cabeza y quieren que el
Bocha juegue al menos con su nombre de calle y pueda hacer obrar un milagro
para rascar el tercer puesto. Después de ésto, me siento mejor.
Empezó la cuenta regresiva. Fue un paso algo errático, pero
firme en el Mario Alberto Kempes. Defensa ya no está, desde hace rato, para
salvar el año ganando uno o dos partidos clave. Está para pelear un ascenso y,
por qué no, el campeonato. Es la recta final. Quedan 10 partidos. Diez, nada
más. La ventaja ya se sacó, el acelerador fue apretado a fondo durante 3
cuartas partes del largo torneo. Ahora a dosificar, a no festejar por
adelantado nada. Los partidos que creemos fáciles, serán los más difíciles,
auguró alguien. Y acertó. Los grandes campeones ganan en el juego, pero también
ganan con la cabeza, ese complemento eficaz para lograr los más importantes
logros.
A propósito de cabeza, la mía trabaja a mil, y la de los
jugadores también. Es que la gloria espera a la vuelta de la esquina, pero
parece cada día más lejos. Es ese maldito exitismo mezclado con ansiedad. El
mismo domingo dejo a mi hijo mayor en un cumpleaños. Para hacer tiempo antes de
retirarlo, voy con mi esposa y mi hija a pasear al shoping de la Avenida
Calchaquí. Frente al cine me cruzan un brazo. Es Juan Tejera y su mujer.
Envidio su paz del interior uruguayo -¿Estás tranquilo, Juan?- Le pregunto.
“Obvio” -me responde, con una mueca de “está-todo-controlado-éste-año-es-nuestro”.
Será que el exitismo es exclusivamente argento, nomás, che. Debo contagiarme de
la frialdad del joven defensor central que es clave en el equipo de Diego
Cocca. Pero no puedo. No, no puedo. La ansiedad puede más. Y vuelvo a pensar en
el sábado cordobés. En ese tan valioso y maldito empate.
Defensa querido: el ascenso espera muy cerca. Tanto, que
hasta intimida. Nos miramos entre colegas, hinchas, directivos y hasta los que
no saben nada de fútbol y no paramos de asombrarnos. Falta tan poco, pero falta
tanto. Eso sí, menos que la semana anterior. El viernes otro tremendo capítulo
que guardará lágrimas y sufrimiento. El barrio Libertad espera por Unión. Será
otra noche inolvidable, mucha más emocionante de lo vivido hasta hoy, pero
menos que la fecha posterior. Será un noche más, y una fecha menos para
concretar ese sueño que habita desde hace 34 años en los corazones que hoy
laten más fuerte que nunca, mucho más que en aquella tarde de 2006 y del
milagroso gol de Miralles a Morón.
Claudio Blanco
La Cadena Verdeamarilla del Gol
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