Ponerse bien. Empezar de nuevo. Confiar. Siempre las
palabras son una forma de sanación. Y el mensaje que dan Javi, Lucas, Dani,
Sigfrido y el Pipi habla de eso: el pasado que quieren olvidar y el futuro con
el que sueñan. El presente, en esta mañana soleada que les tocó para caminar
hasta Luján, representa también un ejercicio de autoconvencimiento: un paso
atrás de otro para volver a estar bien, para desintoxicarse y dejar de
consumir. Este grupo de amigos de la Villa 31, más otro de la 1-11-14 con los
padres Charly y Gustavo, salió ayer desde la Parroquia de San Cayetano, en
Liniers, para caminar 63 kilómetros hasta Luján, en la peregrinación más
convocante del país, que además este año tiene un simbolismo especial: es la
primera desde que Bergoglio se convirtió en Francisco.
La imagen cabecera de la Virgen de Luján salió al mediodía,
con casi 20 grados, junto a los curas villeros y cientos de miles de jóvenes de
los barrios, en medio de aplausos y oraciones. Al cierre de esta edición, los
organizadores hablaban de una convocatoria récord.
“Es un momento espiritual muy fuerte. Gente que se había ido
de la iglesia volvió, hay más ganas de participar. Los chicos ven un ejemplo en
Francisco”, dice el padre Pepe con la gorra roja del Gauchito Gil. El Padre
Gustavo Carrara, de la villa 1-11-14, aporta: “Hasta anoche seguimos recibiendo
pedidos de los chicos del barrio que querían sumarse a la peregrinación.
Nos desbordaron los pedidos ”.
En todo el trayecto –entre 10 y 12 horas de caminata– son
oraciones y también estrategias para aliviar el paso del tiempo. El grupo de
Florencio Varela, por ejemplo, trajo un carrito con parlantes y al “DJ Néstor”
para manejar los tiempos: salieron con “salsa”, después pasarán por la cumbia,
rock nacional (Charly, Redondos) y llegarán con el cancionero religioso. Los de
Trenque Lauquen son más de 600 y vinieron en 11 micros. Todos juntos se
preparan antes de salir, en el patio de la Iglesia de San Cayetano. Algunos se
alistan como para una maratón, con cinta entre los dedos, vaselina para ciudar
los pies y pomada antiinflamatoria.
En la mochila de cada caminante hay al menos dos botellas de
agua y un par de medias extra. “En lo posible, de algodón”, aclara Lily, una de
las peregrinas con más años en el camino, que esta vez irá como apoyo. ¿Qué
más? Comida –la mayoría lleva sandwiches, aunque habrá chori a lo largo de todo
el camino–, barritas de cereal y bananas: “tengo un kilo y medio en la mochila”,
dice Cristian, de la parrroquia Santísima Trinidad de Rafael Calzada. El
acompaña a tres chicas: Florencia, Guadalupe y Ayelén, que caminan a Luján por
primera vez. Al lado marcha Olga, de 74 años, vestida como para hacer las
compras pero convencidísima de que va a llegar. Hoy a las 7, desde las
escalinatas de la basílica, Mario Poli presidirá la misa central.
Inter.com.ar
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